COLUMNA: De “Jóvenes” y “Viejos”
Por Christian Hidalgo: Hace algunos días, en una de las clases de licenciatura que doy, varios estudiantes me empezaron a preguntar como lidiar con el adulto centrismo, porque ahora que empezaban a trabajar nadie les hacía caso por ser jóvenes. Curiosamente acompañaban su alegato con la muletilla “Hacen todo mal, nosotras sí sabemos cómo hacerlo” y obviamente acompañado “Deberían pagarme más porque yo si se”. Ciertamente el adulto centrismo sigue siendo un gran problema para las nuevas generaciones y toda una traba para hacerse camino en el campo laboral, pero al mismo tiempo cada vez más estamos en una sociedad individualista donde siempre pensamos que lo sabemos todo, lo que a veces llamo la generación del “Super Ego”.
Por otro parte, hace un par de semanas en la reunión de mis excompañeros de colegio me llamó la atención como 7 de ellos habían quedado desempleados en el último año, algunos con más de 10 años de trabajar en la misma organización, todos cumpliendo sus 39, 40 o 41 años. Y aquí el alegato cambió a “ya estamos demasiado viejos”, “ahora todos piensan que a los 40 ya no servimos, tenemos ideas viejas o somos muy caros” y claro no podía faltar “ahora solo contratan jóvenes que no tienen nada de experiencia”. Tomando en cuenta que a ninguno de los 7 los volvieron a contratar, sino que pasaron a montar sus propios emprendimientos más por necesidad que por gusto, no pude dejar de pensar que tenían algo de razón.
Me quedé pensando mucho en eso, y lo que sí puedo decir es que nos movemos hacia un modelo de trabajo donde prima el individuo, donde se busca el interés personal y no el colectivo; un modelo donde se piensa que la edad productiva de las personas es de un periodo de solo 18 años normalmente de los 22 a los 40 años, y luego que vea que hace. Muy triste, pero en una época donde peleamos por la igualdad en diferentes ámbitos, la edad se diga “joven” o “viejo” se ha convertido en todo un determinante de exclusión en el ámbito laboral.
Ante esa realidad, que la he sufrido en carne propia, me alegra estar en una organización donde todavía creemos en el colectivo, y lo observo cuando realizamos procesos donde pude ver en una mesa con chicas todavía estudiantes y personas de otras organizaciones con años de experiencia planeando un evento para la Cooperativa, lo vi en el coloquio de tecnologías móviles que hicimos hace unos meses y en la mayoría de los procesos que realizamos.
Cuando hablamos de colectivo, muchas veces pensamos en un grupo particular con intereses particulares que trabaja por esos intereses, pero me alegra pensar que desde la Cooperativa Sulá Batsú todavía manejamos esa idea de que el colectivo somos todos y todas, que todos aprendemos y todos enseñamos y los temas e intereses nacen y se comparten del grupo. Utópico diría alguien – no lo creo – pero si difícil muchas veces, con todos mis años en la coope he visto salir y llegar gente, generarse nuevos grupos y disolverse otros, pero esa es la realidad del colectivo algo que tiene vida propia.
Por eso creo en organizaciones que se transforman por la gente que las compone, que no limiten a quienes entran ni sacan a quienes piensan que ha pasado su tiempo, y sobre todo que no piensen que tienen un equipo “joven” o “viejo” todos nos movemos como un grupo y vamos cambiando y aprendiendo.
Definitivamente después de 14 años la Cooperativa Sulá Batsú no es la misma organización ni yo la misma persona, pero sigo aprendiendo de los nuevos que van llegando y espero poder ir enseñando algo, empecé saliendo de la Universidad y la verdad espero estar muchos años todavía. Y sobre todo que nunca nos acerquemos a ese nuevo modelo cada vez más excluyente.