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Publicado por el 13 abril, 2020 en Sulá Batsú, TIC y Sociedad

Columna: Hiperconectividad en la pandemia

Columna: Hiperconectividad en la pandemia

Por Rocío Jiménez. Debido a la pandemia del COVID-19, desde principios de marzo, al menos en Costa Rica, muchos centros de trabajo han enviado a sus empleados y empleadas a teletrabajar, así mismo, la virtualización de la cotidianidad también ha sido una solución para muchas universidades y colegios.  Es la tecnología y el internet lo que en estos momentos nos está generando una posibilidad de seguir, en algunos casos, una normalidad en nuestras vidas: seguimos trabajando, produciendo, seguimos realizando tareas, participando en foros, haciendo videoconferencias, mensajeando… pero además seguimos haciendo cosas que ya hacíamos como navegar por redes sociales, escuchar música, ver series y películas en plataformas digitales.

¿Qué significa esto? Bueno, lo primero que quisiéramos aclarar es que, al igual que el agua, el internet no es un recurso inagotable e ilimitado, por tanto, el servicio se va a saturar.  Ya en varios días de esta semana me han llegado mensajes SMS del gobierno con indicaciones para intentar no descargar archivos innecesarios de los correos electrónicos, utilizar herramientas de ocio en horarios nocturnos y otras recomendaciones que deberían encender alguna alarma.

Pero además de saturar los servicios, debemos considerar el costo de la huella de carbono en todo lo que hacemos digitalmente: desde la creación del aparato tecnológico que tenemos en nuestras manos, hasta reaccionar en una red social, navegar por noticias, o simplemente desbloquear la pantalla de tu celular, todo tiene un costo energético para el planeta y su respectiva generación de CO2.  Esta energía no solo es consumida por nuestros aparatos tecnológicos para cargarse, sino también el costo de transportar nuestra información a servidores en distintos puntos del país y del mundo, que al final terminan llegando a grandes centros de computación que deben invertir muchísima energía para mantenerse fríos y así sucesivamente es una larga cadena de consumo energético.

Mucho se ha hablado del tema, no estoy trayendo a colación nada nuevo, sin embargo, en tiempos de confinamiento el consumo de servicios digitales ha incrementado.  Muchas personas pensaran que en realidad se está consumiendo lo mismo puesto que antes prendían las mismas computadoras y enviaban los mismo correos electrónicos desde sus centros de trabajos, y eso es parcialmente cierto.  También es cierto que las personas adolescentes y niños y niñas que antes pasaban horas en la escuela y colegio ahora están en casa, y viéndose limitados y limitadas para salir a jugar a la calle o a los parques, el televisor y los celulares se convierten en sus mejor alianza. Además, hay otra gran cantidad de personas que han sido enviadas de vacaciones a la casa, o han visto suspendidos sus contratos laborales y ahora están de ocio en sus hogares y están consumiendo altas cantidades de datos viendo películas, que es un consumo mayor a enviar un correo electrónico, por poner un ejemplo.  También existen las mañas, muchas personas que tienen el televisor prendido todo el día con una serie como sonido ambiente, Spotify desde que nos levantamos, la cantidad de memes que la situación ha generado, es decir, es evidente que el consumo digital ha aumentado, pero no estamos siendo conscientes del impacto que esto puede estar ocasionando. 

Con esta reflexión, no hago un llamado a desconectarnos del todo, hago un llamado a ser personas solidarias en todos los ámbitos.  En horario de oficina deben de haber muchísimas personas intentando cargar sus correos electrónicos, documentos colaborativos, intentando llevar a cabo esa normalidad que el virus nos arrebató, por tanto, debemos utilizar racionalmente el recurso.  En estos momentos podemos ver el internet como si fuera una autopista: las calles aledañas y otras vías están cerradas, por lo que todas las personas están transitando por esta autopista, algunas personas tienen que ir a trabajar, otras van simplemente a divertirse, si todas las personas esperamos transitar rápidamente en la misma vía al mismo tiempo esta va a colapsar y a las personas que lo ocupan, como por ejemplo las personas que van a ir a trabajar, van a llegar tarde. Algo así podríamos comparar el uso de internet en estos momentos.  También debemos de considerar el aumento del consumo energético y generación de CO2 por el uso constante de descargas de grandes volúmenes.

Esperamos que los apagones del internet no lleguen a suceder, en otros lugares del mundo, aplicaciones como Instagram ya bajaron la calidad de los videos para disminuir el tráfico en la nube… pero para poder colaborar desde nuestras casas podríamos pensar en liberar el tráfico de internet a las personas que trabajando descargando las películas, series y música durante la noche, podemos pensar en mantener apagados los artículos electrónicos que no estamos necesitando, podemos también pensar en actividades que no incluyan conectarse a la red: jugar ajedrez, scrabble, otros juegos de mesa, hacer una rutina de deportes que no precisamente incluya seguir algún video… creo que repensarse fuera de la red también es necesario, dejar de encontrar solo y aburrido encontrarse con una misma, pensar y reflexionar.

También aprovecho este momento para hacer una reivindicación del ocio, efectivamente no todas las personas queremos ni debemos ser Newton en cuarentena, ni queremos leer un libro, ni aprender nada nuevo, algunas personas están lidiando con demasiadas cosas, con mucha ansiedad y la sobre oferta de cosas virtuales solo aumenta la ansiedad.  Y no faltan quienes te juzgan por no ser “tan chivas”, ni “tan productivos” en tiempos libres y si no has hecho nada te llaman persona indisciplinada. Derecho a no hacer nada, por nosotras y nosotros mismos, para darle respiros reales al planeta, para ralentizar la hiperconectividad, para volver al origen.