Columna: Mis crónicas como nueva mamá
Por Mariana Calvo: Recientemente vengo saliendo de una burbuja… la burbuja del postparto. Si me lo preguntan parir es cosa fácil comparada con ese tiempo de acomodarse a tu nueva vida, a tu bebé, a la lactancia, a no dormir, a no atender las necesidades propias bien, a los cambios físicos, hormonales y emocionales, a estar encerrada en casa, a aprender y luchar para que las personas que criaron bebés hace décadas desaprendan.
Lo primero que experimenté al salir de mi burbuja fue una tristeza profundísima de dejar a mi bebita en casa con alguien más, a pesar de saber que estaría bien, no estaba conmigo y eso me vacío el alma. Un abrazo de una de mis compañeras y un río de lágrimas me devolvieron la fuerza para quedarme esas horitas que parecían interminables.
Lo segundo que me topo al salir de esa burbuja es el miedo a ser yo; el miedo a ser juzgada por ser una mujer que sale de su casa a trabajar, que llega al trabajo y se saca leche, que ya no puede disponer de su tiempo completo como antes. Tengo miedo a que me señalen, a que me hagan comentarios incómodos, miedo a tener que reaccionar.
Lo tercero que me topo al salir de esta cálida y segura burbuja de mi hogar es una sociedad revuelta; que ataca y no se acepta diversa de pensamiento, de posiciones, de posibilidades y argumentos. Una sociedad que me amenaza y me hace pensar que ahora debo salir de casa, recorrer calles, esperar buses; y que eso no me hace sentir segura.
Lo cuarto que me topo al salir de esa burbuja es una más grandota, que se llama red de apoyo. Estoy segura que de las 823 mil mujeres que representamos el 42,7 % de la fuerza de trabajo de este país (en el primer trimestre del 2018 según INEC); somos pocas las que topamos con un entorno laboral consciente y una red de cuidadores y cuidadores tan linda como la nuestra. Sé que mi decisión de lactancia exclusiva y una crianza respetuosa es apoyada y procurada desde mi empresa y familia; también sé que vivo un sueño pudiendo ser la mujer, amiga, esposa, estudiante, madre y trabajadora que quiero ser. Pero soy consciente de mis privilegios y de que hoy muchas no pueden ser quien quiere. Porque no tienen la información, porque otros no las dejan, porque no saben que pueden, porque sienten miedo, porque son amenazadas. Sé que debemos luchar por ellas y otras tantas que no pudieron luchar.
Si bien me da mucha tristeza leer en redes sociales tantos ataques y desinformación (atacan a las personas migrantes Nicaragüenses en nuestro país, a las mujeres que piden Aborto legal en Latinoamérica, a la comunidad LGTBI que busca un matrimonio igualitario, a las mujeres turistas “que se dejaron asesinar”) creo que un mundo mejor se puede construir desde la propia acción. Procurando diálogos respetuosos aunque no pensemos igual, empatía antes de opinar, reflexión antes de juzgar, involucrándose en procesos que empoderen y hagan cambios; tal vez ya no en nosotros sino en los que vienen para arriba.
Hoy cuatro meses después salgo de mí burbuja maternal, sabiendo más, siendo otra pero sobre todo creyendo que la clave está en vivir respetuosamente y abocarnos a la acción.