COLUMNA: Somos las Nietas de Zárate
Por Adriana Ulate: Las brujas y hechiceras han sido protagonistas de historias, cuentos y películas, la imagen de la bruja verde, con verruga, con su fiel gato negro y volando en escoba, siempre malvada en su cueva y solitaria.
En la antigüedad la brujería era considerada una práctica demoníaca, y cientos de hombres y en su mayoría mujeres fueron asesinadas durante la Santa Inquisición, algunas por sus creencias y prácticas, otras por venganza.
Porque el ser bruja aplicaba a aquella mujer partera, curandera, la anciana sabia que conocía las propiedades de las plantas, las mejores épocas para sembrar y cosechar, atenta de los movimientos lunares y planetarios y algunas con dones para interpretar sueños, leer la mano, ver el futuro y comunicarse con espíritus del más allá.
En la actualidad hay ciertos movimientos espirituales donde sus miembros se auto denominan brujas, como por ejemplo la senda pagana Wicca donde quienes practican esta religión tienen una conexión directa con la naturaleza, conocen los secretos de los usos medicinales y esotéricos de plantas y cristales, celebran las lunas y los solsticios. Son personas normales que viven en armonía con la naturaleza realizando sus prácticas y rituales en comunidades y grupos. Cabe destacar que no solo las seguidoras de la Wicca se denominan brujas, también aquellas que realizan otras prácticas espirituales relacionadas a las mancias adivinatorias.
Además de estos movimientos hay grupos de mujeres feministas, colectivas, carpas rojas y demás que se autodenominan brujas, por esa connotación de sabiduría y conocimiento que las caracteriza, es por esto que podemos ver publicaciones en redes sociales con la frase “somos las nietas de las brujas que no pudieron quemar”.
En el contexto costarricense podemos hacer referencia que las brujas actuales somos las nietas de Zárate, y como dice la leyenda “Zárate era dueña de sí misma, solía curar a sus enfermos y cuando le consultaban casos tristes, les obsequiaba frutas que al llegar a sus casas estas se convertían en piedras preciosas y monedas de oro” una mujer poderosa, curandera y como en todas las historias cayó presa del mal enamoramiento a un hombre que la traicionó, quizás por ser bruja, quizás por ser dueña de sí misma.
Somos la nueva generación de brujas, las nietas de la legendaria Zarate, somos las brujas que en cada aquelarre camuflado de círculo de mujeres, de reunión de colectiva, de espacio de acompañamiento fortalecemos los lazos de sororidad, las que luchamos dia a dia contra el acoso, contra la violencia hacia las mujeres, lanzando hechizos en forma de consignas para hacernos escuchar.
Somos las brujas de las comunidades, las doulas y parteras que acompañan a la mujer gestante creando un espacio mágico y de respeto para un parto humanizado. somos las curanderas alternativas, las que sanamos los males físicos y del espíritu con brebajes, con limpias, con aromaterapia y sesiones de yoga donde la conexión cuerpo mente ayuda a equilibrar y conectar con las energías internas.
Somos las brujas que lanzan hechizos de protección a sus compañeras de coven, enseñándoles defensa personal, creando redes de apoyo ante casos de violencia, mandando mensajes para verificar que la hermana bruja llegó bien a casa, identificando los lugares y personas peligrosas y compartiendo su escoba para un viaje y regreso seguro.
Por tanto las brujas son las mujeres sabias, las mujeres fuertes, conocedoras de su poder, las que guían a sus hermanas y compañeras, cuidan de sí mismas, los suyos y su entorno.
Las brujas somos símbolo de resistencia al patriarcado, de resistencia a la sociedad de consumo del cuerpo femenino, esa misma que crea estereotipos y estándares de belleza falsos.
Somos las nietas de Zárate.