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Publicado por el 23 abril, 2018 en Sulá Batsú

Columna: La revolución menstrual

Columna: La revolución menstrual

Por Adriana Ulate. La mayoría de las mujeres en edad reproductiva tenemos una visita mensual, que para unas significa la semana más tormentosa de su vida, para otras un gran alivio, y para algunas una conexión con su parte más primitiva, estamos hablando de esa época del mes donde sangramos, donde el útero se comprime y expande recordándonos que ahí está, latiendo, moviendo todo nuestro ser.

Por muchos años hablar de menstruación era un tema que se conversaba a escondidas, entre mitos y tabúes, un tema que solo se hablaba entre mujeres, y entre más secreto y más discretas fuéramos mejor, por ende, en el mercado encontramos productos que nos ayuden a disimular esta visita mensual, toallas con olor a manzanilla, pastillas que quitan el dolor, anticonceptivos que disminuyen los días y la cantidad de flujo; todo esto con tal de no sufrir y padecer esta terrible situación.

No obstante, algunas mujeres alrededor del mundo hemos ido transformando estas percepciones sobre la fase menstrual, por lo que hablamos de una revolución.

Esta revolución se desenvuelve en varias áreas, una de ellas gira en torno de la famosa copa menstrual, que en los últimos 10 años ha causado interés entre las mujeres que tienen este despertar y toman conciencia de su ciclo, pero la copa menstrual no es tan nueva como creemos, su primera aparición fue a inicios del siglo XX, en los años 30 la estadounidense Leona W. Chalmers presentó el primer prototipo de copa menstrual, paralelamente también fue la época de la creación de la famosa marca Tampax, pero para la década de los 60’s la copa se dejó de fabricar ya que la inversión en materiales no era rentable. A inicios del 2000 esta reaparece nuevamente ganando seguidoras y usuarias en todo el mundo.

Asimismo, la menstruación se ha convertido en un negocio, el mercado nos ofrece distintas marcas y diseños de toallas sanitarias, tampones, jabones íntimos y demás, pero el impacto ambiental al ser productos de desecho ha generado entre las usuarias cambiar a métodos más ecológicos, es por ende que la copa menstrual ha causado gran interés, sumándole sus múltiples beneficios tanto económicos al ser reutilizable por hasta 10 años, capacidad de absorción y de higiene íntima. De esta manera se abre el panorama a lo que podemos llamar una menstruación consciente, consciente con el cuerpo y con el planeta.

Otra trinchera de esta revolución femenina comprende a el ciclo menstrual pero desde una visión más espiritual, natural y de conexión con el cuerpo, hablamos de la naturaleza cíclica de cada mujer y su relación con las fases lunares.

Históricamente sociedades indígenas, ancestrales, han relacionado a la mujer con la luna, partiendo de este supuesto algunas autoras como Miranda Gray tomaron esta información, recopilando historias, leyendas y relatos, donde cada fase lunar se vincula a una fase del ciclo menstrual y ligándose a los arquetipos de las diosas en su facetas de doncella, madre, sabia y anciana, dándonos a entender que cada mujer posee dentro de sí misma cuatro facetas diferentes, que van cambiando conforme a la fase del ciclo menstrual en la que se encuentre, pasando por un proceso de autoconocimiento.

Esta perspectiva que nos propone la autora y otras mujeres que trabajan el tema del ciclo femenino, conexión menstrual y demás nos invitan a una exploración propia, conocer nuestro ciclo menstrual, identificar nuestra fase preovulatoria, ovulatoria, menstrual y premenstrual, a identificar los cambios físicos, emocionales y psíquicos que experimentamos en cada fase, es por ende que varias mujeres están rompiendo con la idea y la creencia de que la menstruación es una etapa nefasta, que es algo sucio e impuro.

Esta visión invita a las mujeres al empoderamiento, a conocer sus cuerpos, verlos, tocarlos, a conocer sus emociones, sentimientos, explorar de manera integral cada fase y descubrir cada proceso del cuerpo; esto a la vez motiva a una conexión más espiritual con la tierra, a comprender la naturaleza humana como parte integral de la sociedad, a ser conscientes de nuestros cuerpos, de los productos que usamos, y cómo vivir en una sociedad que es cada vez más de consumo pero sin desconectarnos de la esencia espiritual y la naturaleza cíclica femenina.