Los que defienden el sustento
Por Mariana Calvo. Hace poco más de un año iniciamos un proyecto al lado de grupos ambientalistas, en este camino de aprendizaje he podido apreciar que, existe un trabajo colaborativo muy importante entre personas del valle central y grupos en zonas rurales, mismo que muchas veces trasciende esa relación de cooperación y se convierten en amistades hermosas.
Por un lado se encuentra un grupo de mujeres y hombres jóvenes, profesionales, que viven en la meseta central (o intermitentemente entre esta y las periferias) interesados en el tema ambiental y dedicados a detener de una vez por toda la venta ilegal de los recursos de todas y todos los costarricenses. Por otro lado se puede esbozar un grupo de mujeres y hombres campesinos, indígenas, pequeños productores, con pocos estudios académicos y limitados recursos económicos, de edades más avanzadas que el primer grupo; ellos defienden su sustento, su estilo de vida tradicional y el futuro de sus familias. Todas y todos con acceso en mayor o menor medida a recursos tecnológicos, recursos vitales para sus luchas, para la divulgación y acorte de distancias. Todas las personas con inquietudes respeto a su seguridad física, y algunos con interrogantes sobre el uso correcto o no que hacen de las TIC.
El nivel de exposición de ambas poblaciones es muy alto, no sólo las personas jóvenes aparecen en los medios de comunicación, en las instancias del gobierno o ante las empresas transnacionales, sino que ellos con su objetivo de apoyar los movimientos que surgen desde las comunidades terminan alentando y acompañando a las personas de las áreas rurales a denunciar, a confrontar e inclusive a llegar a las más altas instancias internacionales ,tal como ocurrió con la denuncia del 20 de marzo del 2015 interpuesta ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), donde representantes de las comunidades afectadas, viajaron junto con personas del Centro de Derecho Ambiental y de los Recursos Naturales (CEDARENA) a Washington D.C para solicitar la intervención de este órgano.[1]
En estos procesos de lucha las y los pobladores de las diferentes áreas rurales van adquiriendo nuevos conocimientos en temas organizacionales, propios de litigios, sobre sus derechos y deberes como costarricense, entre muchos otros temas. Sin embargo, estas herramientas no son suficientes, para afrontar los riesgos que corren las y los activistas.
Estas personas deben enfrentar a las grandes trasnacionales que apuntan a un modelo capitalista y que se convierten en sus vecinos indeseables, ya que una vez instalados se quedará ahí un aproximado de 25 años, tiempo que un terreno puede usarse para el monocultivo de piña, por mencionar uno de los ejemplos más problemáticos en la actualidad. Ese aprendizaje en algunas ocasiones no alcanza para soportar las medidas represivas que utilizan las trasnacionales para esquivar las acusaciones y responsabilidades que les competen. Es insuficiente este conocimiento adquirido cuando sus luchas cumplen décadas, y los diferentes gobiernos se muestran una y otra vez más débiles en su accionar en defensa de los intereses ambientales. Estos recursos se agotan cuando las y los dirigentes comunales van de una oficina a otra, sin encontrar respuestas, ninguna o ninguno se encuentra preparado para despertar una mañana y ver por el noticiero que la noche anterior asesinaron a su compañero de lucha en una playa dónde usualmente trabaja por defender las especies.
Cada vez estos campesinos, indígenas y personas “de a pie” naturalizan más el hecho de recibir amenazas, agravios, hostigamiento, persecución, demandas formales y vigilancia. Estas acciones son impulsadas por dirigentes empresariales, vecinos de oposición (muchos se oponen por miedo), e inclusive son respaldadas o ignoradas, que viene siendo lo mismo, por funcionarios gubernamentales que se dan por aludidos cuando el pueblo clama justicia por sus luchas y por los compañeros perdidos. Y es que según las cifras del Semanario Universidad en la actualidad existen 10 casos de asesinatos de personas ambientalistas algunos aún se investigan, 14 ataques y 25 demandas; solo las que se reportan oficialmente desde la Federación Conservacionista Costarricense. A la luz de estos datos y recientes hechos de impunidad dicha organización se pronuncia diciendo (…) “Esto se suma, indudablemente, a la impunidad manifiesta e histórica que ensombrece normalmente a los crímenes perpetrados contra ambientalistas. Y como efecto secundario invoca a que estas prácticas permanezcan en nuestra sociedad. Con un sistema de justicia así, sin duda alguna, tendremos más ambientalistas muertos”.” (Federación ecologista, 2015, s.p.)
Esta situación vivida en Costa Rica es reflejo de lo que sucede a nivel regional, sólo en el 2014 asesinaron a 29 activistas Brasileños, 25 en Colombia, 9 peruanos, 5 en Guatemala, 3 en Paraguay, 3 en México, 1 Costa Rica y 1 en Ecuador y 12 en Honduras sumándose reciente asesinato de la activista Berta Cáceres, los países latinoamericanos representan la mitad de los que suman a la cifra de 116 activistas asesinados en el 2014 en 17 países del mundo, según informe de Global Widness citado por Vice News[2].
Es en el contexto de esta situación tan delicada, que las tecnologías tomadas frecuentemente a la ligera, aportan beneficios o exponen a los y las activistas; siendo estas últimas doblemente vulnerables porque deben trabajar en una sociedad que se niega machista, pero que perpetúa las cadenas del patriarcado de manera solapada, e “insospechada por muchos”. Son estas mujeres, como Berta, las que lideran la crianza de sus hijos, los trabajos del campo y del hogar; las mismas que alzan su voz y luchan todos los días con lo mucho o poco que tienen. Y son ellas las mujeres indígenas, rurales, las que menos oportunidad tiene en la actualidad costarricense de apropiarse de las tecnologías, de entenderlas y usarlas de manera segura para sus luchas. Es por esto que agradezco infinitamente la oportunidad de haberme acercado y conocido historias de algunas mujeres que luchan, y desde Sulá Batsú, iniciar procesos de formación básica donde se posiciona la seguridad digital como un pilar importante del cual apropiarnos si somos mujeres activistas.
[1]Tomado de: https://www.grain.org/es/article/entries/5206-comunidades-fumigadas-en-costa-rica-acusan-al-estado-y-transnacionales-ante-la-comision-interamericana-de-derechos-humanos
[2] Tomado de:https://news.vice.com/es/article/mas-de-100-activistas-ambientales-fueron-asesinados-en-2014-segun-un-informe-de-global-witness